LOS NÚMEROS SON TRANSPARENTES. EL DOSSIER DE FECE SOBRE LOS DATOS DE LA EXHIBICIÓN EN 2022 PERMITE DEDUCIR QUE, A PESAR DEL ESFUERZO ÍMPROBO DEL SECTOR, EL IMPACTO DE LA PANDEMIA Y LOS HÁBITOS DE STREAMING HAN PROVOCADO UNA SIGNIFICATIVA REDUCCIÓN DE LA VENTANA DE EXHIBICIÓN, FUNDAMENTALMENTE POR PARTE DE LAS MAJORS. UNA DECISIÓN DE NOTABLES CONSECUENCIAS PARA TODA LA INDUSTRIA
La entrevista a Álvaro Postigo en calidad de presidente de FECE que se reproduce en las páginas anteriores insiste, en las respuestas a tres de las nueve preguntas de la misma, en la necesidad del establecimiento de una ventana de exhibición de 100 días. No es para menos: un vistazo rápido al dossier de FECE que recoge los datos de la exhibición en 2022 permite reconocer de inmediato la relevancia del asunto. El documento, presentado de manera oficial durante el pasado Festival de Málaga, informa en su página 10 de que “las películas que no cumplen con una ventana tradicional mínima de 112 días se han multiplicado por 6, mientras que las películas que cumplen con dicha ventana se han reducido en más de 30 puntos”.
Las siguientes cinco páginas del dossier ahondan en esta realidad, en su origen y en sus consecuencias. Los números no engañan: si bien antes de la pandemia el 58% de los filmes contaba con una ventana de entre 112 y 120 días, y el 36% del total se exhibía durante más de 120 días, siendo un residual 6% el volumen de estrenos previstos para estar en cartelera 109 días o menos, en 2022 estas proporciones han dado un vuelco radical. En estos momentos, asciende a más de dos tercios (38%) el número de lanzamientos que prevén una ventana inferior a los 109 días, se ha reducido la proporción de títulos que llegan a los 112 días (ahora, tan solo, un 41% del total), y los que se exhiben durante más de 120 días constituyen la clara minoría (21%).
¿A qué se debe esta sustancial reducción de la ventana? Ciertamente, poca responsabilidad se puede achacar en estos números a las distribuidoras independientes. Ellas, más sensibles a esta necesidad de la industria, han mantenido casi invariable el período de exhibición de entre 112 y 120 días (se pasa de un 57% en 2019 a un 58% en 2022), aunque sí hayan reducido ligeramente el porcentaje de los filmes con más de 120 días en cartel, que desciende del 34% al 28%. El giro radical en las proporciones de la ventana se debe, más bien, según el informe de FECE, a decisiones de las majors americanas que, antes de la pandemia, estrenaban sus filmes con una ventana de más de 120 días (el 40%), o menos de 120 días pero más de 112 (el 60% restante de los títulos). En su caso, no es que las proporciones se hayan invertido: más bien, han sido dinamitadas, de manera que, en 2022, a rebufo del incremento de los hábitos de streaming, el 62% de las películas contó con una ventana de exhibición de 109 días o menos. Más aún: el 56% de los lanzamientos de las majors -nótese que se cuentan entre ellos las películas más importantes del año- ha tenido un período de exhibición inferior a los 60 días, un hecho absolutamente impensable en la era pre-covid. Es altamente dudoso que esta medida beneficie a las propias majors, pero lo que es indudable es que se trata de un planteamiento
que afecta a toda la industria.
De ahí que FECE insista en su dossier en la necesidad de instaurar por ley una ventana de exhibición obligatoria. Unos días antes del Festival de Málaga, la asociación de exhibidores convocó en Madrid a los medios en una sesión in formativa a propósito de las enmiendas a la nueva ley del cine -pendiente de su aprobación por el Congreso- propuestas desde esta federación. Entre otros puntos, comentados por Álvaro Postigo en la entrevista precedente, la nota de prensa hace un notable hincapié en la ventana, apoyada en hechos: “en Francia, la ventana (actualmente de 15 meses) está regulada desde hace años, como parte fundamental de la Ley y en Italia, el año pasado, el Senado, por unanimidad, instó al Gobierno establecer un periodo de exclusividad para las salas de cine de 90 días para todas las películas, como una medida para proteger y fortalecer a las salas de cine de cara a recuperar los espectadores perdidos por la pandemia”.
El dossier no solo abunda en los números y las causas de la reducción de la ventana, sino que dedica, asimismo, una de sus 18 páginas a las consecuencias de la misma. Así, por ejemplo, más allá de que esta medida impida “una explotación óptima de la película por parte de la exhibición que maximice su resultado en taquilla”, se trata de una decisión que impacta también en el modo en el que las películas son percibidas por el público. En efecto, el acortamiento del período de exhibición conlleva que “el lanzamiento de películas en salas de cine [adolezca] de falta de presupuesto e información clara al espectador”, con lo que “se pierde la exclusividad del estreno en cines y la expectación que esta conlleva en el consumidor, con un claro impacto en el modelo ‘star system’, que tenía una gran repercusión mediática”. El informe de FECE señala, por último, un tercer daño colateral de estrechamiento de la ventana, que traza círculos aún más amplios, al advertir de “una pérdida de valor cultural, económico y social del cine como dinamizador de la actividad local del entorno donde se encuentran ubicados los cines”.
No obstante, más allá de la preocupación central por la ventana, también hay espacio en el documento presentado en Málaga para las buenas noticias. Así, se debe celebrar el crecimiento, tímido pero real, del negocio de la exhibición: de 723 cines en 2019 se ha pasado a 732 en 2022, y de 3.593 pantallas a 3.626. Un saldo positivo que atestigua, ante todo, una realidad: la capacidad de resiliencia y la pasión por su trabajo que muestra la exhibición española. Ojalá estos datos sirvan de aldabonazo a los grupos parlamentarios, para que la nueva ley del cine, evitando injustas miopías, considere las legítimas reivindicaciones de este sector que sostiene la industria.
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