Este 2023 se presenta como un gran año para Ciudad de la Luz, los estudios de cine levantados en el paraje de Aguamarga, en Alicante. Sus 320.000 metros cuadrados pronto volverán a acoger grabaciones de películas y series, tal como sucedía hace tres lustros, cuando cineastas de todo el mundo filmaron allí alguno de sus más ambiciosos proyectos. Este mismo mayo, una “producción internacional” de la que no se han dado más detalles y una serie española devolverán la actividad a los estudios. De todas las producciones que se filmaron en Ciudad de la Luz, quizá la más conocida de todas sea Lo imposible, bajo la dirección de José Antonio Bayona y con las estrellas de Hollywood Naomi Watts y Ewan McGregor como protagonistas. Sin olvidar, por supuesto, a un prometedor Tom Holland, entonces un adolescente que grababa su primera película y que hoy se ha convertido en una auténtica superestrella del celuloide. La película estaba inspirada en la historia real de una familia que sobrevivió al tsunami del sudeste asiático de 2004. Para ello hicieron uso del foso acuático del parque, con capacidad para 9 millones de litros de agua, el más grande del mundo. Durante la grabación, los actores hacían frente al volcado de 4.000 litros de agua por unas rampas que simulaban la llegada del tsunami al resort donde pasaba la Navidad la familia protagonista.
NADA QUE ENVIDIAR
Lo imposible se estrenó en 2012 y se convirtió en un éxito de crítica y de taquilla. También sirvió como reclamo para que muchos espectadores se acercasen hasta Ciudad de la Luz para conocer en un tour guiado cómo eran las instalaciones que sirvieron para recrear la tragedia de Tailandia, si bien los decorados ya no se conservaban. En la Ciudad de la Luz también rodó parte de su último largometraje Bigas Luna, Didi Hollywood. Una cinta que encabezaba Elsa Pataky y que estaba concebida como una segunda parte de una inconclusa trilogía que se inició con Yo soy la Juani. En las entrevistas promocionales, Pataky, que ya había trabajado en la meca del cine, aseguraba entonces que los estudios de la Ciudad de la Luz no tenían nada que envidiar a los de Estados Unidos. Fue El síndrome de Svensson, de Kepa Sojo, la película que grabó por primera vez en sus instalaciones.
Era el verano de 2005. Se hacía así realidad un proyecto que nació durante la etapa de Eduardo Zaplana en la Generalitat Valenciana. La idea la tuvo el insigne Luis García Berlanga, ilustre valenciano, quien tenía la ilusión de crear una verdadera industria del cine, que unificase los platós y los estudios académicos. Luego vinieron La dama boba, Lo que sé de Lola, o El camino de los ingleses, dirigida por Antonio Banderas. Fue también el escenario de parte de la cinta Manolete, título con fama de maldito que protagonizó Adrian Brody, pues se filmó en 2006 y no llegó a las carteleras españolas hasta 2010. Arritmia, Teresa, cuerpo de Cristo, Escuchando a Gabriel, Quiéreme, Atasco en la nacional, Io, Don Giovanni, Nacidas para sufrir y La mala también tienen en común su rodaje en este lugar. Tal como apuntaba Pataky, efectivamente, los estudios Ciudad de la Luz no tenían nada que envidiar a los de otros países. Por ello, allí acabó trabajando Francis Ford Coppola con Tetro o Jean-Jacques Annaud con Su Majestad Minor. Durante ocho meses, los platós levantinos fueron la casa del más querido héroe del cómic galo, ya que allí se grabó Astérix en los Juegos Olímpicos (2008).
Quentin Tarantino expresó su interés por estos estudios, y aprovechó que había venido a España a presentar Kill Bill para conocerlos, junto a David Carrandine y el productor de sus películas, Lawrence Bender. La anécdota, de sobra conocida, reza que no le dejaron pasar, pues no le reconocieron (si bien es cierto que se acercó a olisquear en horas poco oportunas). Ridley Scott, el padre de Alien y Gladiator afirmó que «Ciudad de la luz es el mejor estudio del mundo». Allí se puso tras la cámara en El consejero (2013). Y Roman Polanski, director de La semilla del diablo o El Pianista, afirmó en 2007 que había estado en muchos estudios, pero que «estos son verdaderamente top». Entonces mostró su interés en ponerse tras la cámara para filmar allí Pompeya, superproducción épica inspirada en el best-seller de Robert Harris. Sin embargo, Polanski se acabó retirando del proyecto, que tras varios años de periplo acabó en las manos de Paul W. S. Anderson. Se grabó finalmente en Canadá, y fue estrenada en 2014.
LA CRISIS
No solo del cine vivía la Ciudad de la Luz. Su marco incomparable servía para grabaciones de series de televisión, ya fuesen nacionales, como Crematorio, u otras de corte autonómico, como Tarancón o L’Alquería Blanca. Gracia Querejeta, en mayo de 2012, rueda allí parte de su película 15 años y un día, largometraje protagonizado por Maribel Verdú. Esta cinta fue la triunfadora del Festival de Cine de Málaga de 2013. Lo que pocos imaginaban es que se iba a convertir en la última producción de un total de 63 que se realizaron (de forma parcial o total) en estos estudios durante un largo tiempo. De hecho, se negoció que allí se grabase parte de Prometeus, de nuevo de Ridley Scott, pero no pudo ser posible. Ciudad de la Luz se vio obligada a cerrar, en contra de su voluntad. Sus instalaciones costaron 370 millones de euros, pero Bruselas prohibió en 2012 la producción audiovisual en este enclave por haber recibido ayudas públicas para la construcción que eran incompatibles con la libre competencia. Se reclamó que se devolviesen 265 millones que en ayudas que había concedido el Gobierno valenciano.
No era el único problema de unos estudios que arrastraban graves problemas de gestión. En 2014 acumulaba 84 millones de euros de déficit, y terminó cerrando sus puertas. Mantenerlo abierto era una pérdida enorme de dinero, hasta 20 millones al año. En 2014, Ridley Scott dijo públicamente que no conseguía entender que semejantes instalaciones estuviesen cerradas. Fueron años oscuros. Se sacó a subasta, y la misma quedó desierta. Un grupo de inversores de Hollywood, entre los que se encontraba Francis Ford Coppola, ofrecieron cerca de 80 millones, y tenían el objetivo de crear allí un centro de referencia mundial de alta tecnología para cine, videojuegos y nuevas plataformas. El actor y empresario americano Roger Davis, a la cabeza del proyecto, veía Alicante como una nueva California donde producir cine a escala industrial, pero no hubo acuerdo. En 2016 se volvió a hacer una subasta, que partía de 96 millones. Tampoco hubo interesados en esa cifra. Francis Ford Coppola, junto a otros socios, volvió a la carga pero su oferta rondaba los 20 millones cuando los pliegos de la Unión Europea fijaban el mínimo de su venta en 47,2 millones.
UN NUEVO CAPÍTULO
Hace menos de un año, la Ciudad de la Luz empezó a escribir un nuevo y prometedor episodio de su historia. La Comisión Europea, gracias a las negociaciones de la Generalitat, autorizaba que volviese a desarrollarse allí la actividad cinematográfica, y se aprobó una partida para que todo se volviese a poner en marcha. Los planes iniciales son bastante optimistas. Ya se estiman un millón y medio de pernoctaciones en Alicante, y la grabación de 222 producciones en los próximos cinco años. De ellas, hasta 26 serán medianas y grandes producciones cinematográficas. Cifras que serían bastante altas comparadas con la primera era de los estudios, que en sus siete años iniciales recibió 63 producciones.
El objetivo de esta reapertura es volver a convertir el complejo en un referente audiovisual de Europa, y de paso, promover en la Comunidad Valenciana un empleo de calidad, según manifestó el president de la Generalitat, Ximo Puig. De hecho, con motivo de la reapertura se habló de 4.900 puestos de trabajo de manera fija y otros 22.000 contratos de servicio. Hay fuentes que apuntan a un crecimiento de sus instalaciones, con la construcción de nuevos platós, una zona de restauración y talleres donde fabricar decorados para las producciones. A pesar de todo, los planes estarían trazados con prudencia, acorde a la demanda real, para no desarrollar equipamiento que quede infrautilizado. A pesar de todas estas informaciones, el renacer de los estudios se está gestando con una gran discreción de puertas para dentro. Por ello, prefieren no hacer muchas comunicaciones, ni ofrecer más informaciones de las estrictamente necesarias.
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