En la 71ª edición del Festival de San Sebastián, el presidente de la Academia de Cine Fernando Méndez-Leite comentó en su discurso de entrega del Premio Elías Querejeta al productor de cine Andrés Santana: «Decía Querejeta que hay que elegir bien los proyectos fílmicos en los que uno se embarca, porque un trozo de la vida se va con ellos. Los productores saben bien las angustias y los desvelos que encierran las historias que llegan a la gran pantalla; también la creatividad, el talento y el buen hacer que requieren. Los cineastas necesitan un acompañamiento a la altura de sus sueños, y la Junta Directiva de la Academia tuvo claro que, si hay un productor en activo que representa ese compromiso, es Andrés Santana».
El productor, visiblemente emocionado, expresó su gratitud hacia la institución por otorgarle el primer Premio Elías Querejeta. Consideró este galardón como un reconocimiento a los productores y productoras que asumen riesgos en el proceso creativo, respaldando la expansión del cine español a nivel internacional y el impulso de las carreras de cineastas emergentes.
En su discurso, recordó una conversación con el productor vasco en la que le preguntaron cómo se involucró en el cine. Andrés Santana confesó que su amor por el cine comenzó al ver «El ruiseñor de las cumbres» con Joselito, pero fue la película «Las uvas de la ira» de John Ford la que lo convenció de dedicarse a la industria cinematográfica.
Santana compartió que su pasión por el cine lo llevó a abandonar Canarias, su tierra natal donde disfrutó de películas del Oeste, de época romana, comedias, y donde en las salas de arte y ensayo descubrió el neorrealismo italiano y películas que algunos consideraban «raras» del cine francés, japonés y chino. Se mudó a Madrid, donde desempeñó una variedad de trabajos, como vendedor de libros, camarero, extra, asistente de producción, productor asociado y jefe de producción. Recuerda que Querejeta le comentó: «Me recuerdas un poco al niño de Cinema Paradiso«.
Santana ha querido dedicar el premio a los suyos: «Para mi madre, a la que pedí perdón por el daño que le hice cuando me fui a Madrid sin decirle la verdad –momento en el que se quebró su voz–; para Elías; para mis dos hijos; para las mujeres que han compartido mi vida; para toda mi familia por su apoyo incondicional; y para las personas que he conocido en este maravilloso mundo y a quienes debo lo poco que soy al lado de Elías Querejeta».
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